Hace no tanto tiempo hablar de internacionalización, en general, era una de las asignaturas pendientes de las empresas españolas. Muy pocas se abrían a los mercados exteriores. Los motivos eran muchos pero sobre todo podemos destacar dos: por las dificultades y costes que estos proyectos entrañan; y también por una falta de cultura exportadora.
Las cifras son claras. Las exportaciones españolas de bienes y servicios han pasado de representar el 25’7% del PIB en 2007 al 33’1% en 2014. El número de empresas exportadoras se ha incrementado desde las 97.000 en 2007 a las 147.000 en 2015. En el período 2010-2013 comenzaron a exportar más del 30% de las pymes españolas, frente al 25% de las alemanas, el 16% de las francesas o el 12% de las italianas.
La internacionalización es hoy un factor de competitividad imprescindible. Los mercados exteriores representan una oportunidad que ninguna empresa con vocación de futuro puede ignorar.
Según todos los indicadores económicos y empresariales, la internacionalización es la principal salida para el crecimiento de las medianas y pequeñas empresas que, actualmente, producen un 33% del volumen de su negocio en otros países.
Las principales ventajas de la internacionalización
Algunas de las ventajas de la internacionalización que podemos citar son:
- Evitar el peligro del “pez grande”: la internacionalización evita que muchas empresas desaparezcan o sean adquiridas por empresas más grandes.
- Crecimiento: las empresas que se internacionalizan, a medio y largo plazo, se convierten en cuatro veces más grandes que las que no invierten, ni exportan, y dos veces más grandes que las que exportan.
- Mayor competitividad, mayor negocio: las empresas internacionalizadas son mucho más competitivas, tienen unos índices de productividad más elevados y obtienen un volumen de negocio un 50% superior a las que no lo hacen. Ello genera más y mejor ocupación, por lo que crean más empleo, de mayor cualificación y mejor retribuido.
- Efecto anticrisis: las empresas que dan el salto a la internacionalización resisten mejor a los ciclos económicos adversos. Son más competitivas y al estar más diversificadas suelen crecer hasta en épocas de recesión económica, es decir, soportan mejor las épocas de crisis.
- Un bocado emergente: la internacionalización permite buscar oportunidades en mercados con mayor potencial de crecimiento. Hoy muchas empresas miran hacia el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) o los «next eleven», tales como Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Corea del Sur, Turquía y Vietnam.
- Integración plena: se consolida la fuerza de ventas en el exterior y ello trae el consiguiente mantenimiento de ventas constantes en los países implantados. Aprender de las particularidades de los distintos clientes y mercados, de las capacidades de los competidores a nivel global de nuestra industria o sector, e incluso de la propia diversidad cultural de los equipos en las empresas globales. Cuando hablamos de internacionalización, lo hacemos desde una estrategia a largo plazo y con una continuidad prolongada. No se trata de una presencia puntual, sino de estar completamente asentado en la economía de esos países.
- Mejora la motivación de los trabajadores: desde el punto de vista psicológico, hace que los empleados se sientan parte de una «gran familia» que, si se trabaja la comunicación interna, puede reportar grandes lazos de unión e intercambios culturales. Además, un trabajador integrado sentirá que el éxito en el exterior es también gracias a su esfuerzo y, por tanto, su productividad aumentará.
- Afianza la marca: permite con mayor facilidad desarrollar la marca de la empresa y la de cada uno de sus productos/servicios en los países en los que se implanta. La internacionalización lleva consigo valores como decisión, valentía, fuerza, crecimiento…por lo que la internacionalización es un proceso que merece la pena, aunque hay que hacerlo de manera ordenada y con sentido.
La experiencia de internacionalización de Metaldeza
Iniciar nuestro proceso de internacionalización no fue tarea sencilla ni exenta de riesgos. La internacionalización exige la elaboración de un plan de expansión detallado, conocimiento de los mercados de destino, adecuación de los productos y servicios a dichos mercados, asesoramiento y recursos materiales y humanos necesarios, y así podríamos seguir con muchas más variables a tener en cuenta a la hora de iniciar el proceso de internacionalización.
Si bien es cierto que desde el año 2003 venimos realizando obras en el exterior, fue en el año 2010 cuando comenzamos el plan de internacionalización; pero no sólo como una alternativa a la crisis, sino como una herramienta para ser más fuertes y ganar cuota de mercado de forma sostenible. Está claro que las empresas que exportan son más rentables y tienen una situación financiera más sólida y segura a largo plazo.
En la actualidad la internacionalización se ha convertido en una fase más del desarrollo económico de nuestra empresa, una nueva etapa a la cuál es imprescindible dedicarle el tiempo suficiente de investigación, seguimiento y asentamiento.
Desde que comenzamos el proceso hasta la actualidad podemos decir que, con muchísimo trabajo y esfuerzo, estamos presentes en casi 30 países, cifra de la que nos sentimos muy orgullosos y podemos afirmar que nos ha valido mucho la pena. Como siempre nos gusta recordar que todo esto no sería posible sin contar con nuestro equipo humano, un equipo de profesionales de primera categoría.
Por otro lado, también hay que decir que en Metaldeza tampoco descuidamos el mercado español que es donde hemos nacido y crecido como empresa, allá por los años ochenta; y en el cual seguimos desarrollando proyectos muy importantes.











